Educación Inclusiva

Árbol en medio del salón

Autora:    Ximena Peredo Rodríguez

 

 

           La escuela es una invención muy reciente que viene presentando importantes fallas y que, de no actualizarse, pronto quedará obsoleta. Si no emprendemos una reflexión pública sobre el modelo educativo que hoy impera pronto será mejor no enviar a los hijos a la escuela.

           Siendo tan obvia su importancia en la “programación” de las generaciones resulta asombroso que al discutir un tema tan vasto como lo es la educación, inmediatamente pensemos en el sindicato, los movimientos políticos de los maestros, el bullying, las condiciones de infraestructura pública, las evaluaciones de la OCDE y un etcétera largo que, por lo general, no se pregunta si el origen del traslape de crisis no tiene que ver precisamente con el conocimiento que se transmite en las escuelas.

            Cuando entramos en aquellas discusiones políticas entre amigos, o cuando sufrimos de algún atropello, generalmente concluimos nuestros argumentos con frases hechas como “es un problema de educación”. México tiene un serio problema de educación. Sí. La evidencia salta por doquier, sin embargo, quienes en nuestro imaginario la educación parece un don que se recibe en los colegios o y en algunas escuelas públicas. Al reducir de esta forma el diagnóstico del “problema educativo”, muy poco observamos la ignorancia del que sí estudia; muy poco nos preocupa revisar qué conocimientos nos gobiernan, quién autoriza los saberes y desde cuánto han sido regulados.

           Nuestra especie ha prosperado por nuestra capacidad para producir y transmitir conocimientos. Las generaciones nos dejan siempre un legado. Los padres enseñan a sus hijos infinidad de cosas, pero además otros seres humanos tan cercanos como la maestra o como la laboratorista que está diseñando nuestras futuras medicinas impactan nuestra vida al transmitirnos su conocimiento. Compartimos información genética de camada a camada, pero también lo hacemos a partir del lenguaje y de las experiencias compartidas. El conocimiento es, por tanto, un bien político, un instrumento para dominar o para liberar.

           El día de hoy atestiguamos una explosión de información, de preguntas, de crisis, que no sólo produce nuevos conocimientos sino que está probando la obsolescencia del modelo educativo conocido. Asistir a la escuela para que el maestro nos trasmita el contenido de un libro y luego nos evalúe conforme a esos conocimientos es como alumbrarnos con antorchas cuando existe la electricidad.  Las pruebas que buscan la respuesta correcta son otro modelo agotado que inhibe la creatividad de la persona.       

           No dejo de ver la crueldad que esto significa para las niñas y los niños que en estos términos chatos experimentan los saberes del mundo.

           Revisemos qué tipo de conocimientos recibimos en la escuela y en qué medida han impactado nuestra vida. No nos apuremos en responder que muy poco. Para reconocer el impacto real tendríamos que preguntarnos de qué conocimientos fuimos privados o qué perspectiva se evitó, por ejemplo, en aquellos relatos históricos que memorizamos.

           Hace ocho años, Carlos Montemayor dictó una conferencia en la UANL –en la cátedra Raúl Rangel Frías- que afortunadamente fue publicada después bajo el título “Las humanidades en el siglo XXI y la privatización del conocimiento”. En el texto, Montemayor revisa en nuestra historia reciente, a partir del neoliberalismo,  cómo la educación ha sido supeditada a los mercados: “comienza a cancelarse la posibilidad del beneficio público a través de la trasmisión del conocimiento y a través de su producción y ampliación”.

            Si al ir a la escuela somos programados para pensar y actuar en el mundo de determinada forma, tendríamos que hacernos las siguientes preguntas ¿quién es el programador y qué pretende? ¿podemos hackear el sistema para actualizar nuestros conocimientos? Estas dudas tienen que ser sembrada en los salones de clases. Las respuestas no están dadas, serán los frutos que iremos compartiendo si sabemos sembrar y crecer el árbol de nuevos conocimientos en medio del salón. 



 

 

Ximena Peredo nació en 1981 en la Ciudad de México, pero pasó su infancia en Ciudad del Carmen, Campeche. Estudió la Licenciatura en Ciencia Política en el Tec de Monterrey, Campus Monterrey (1999-2004). Desde 1998 escribe una columna editorial semanal en el periódico El Norte, del Grupo Reforma.  Participó en el Curso de Verano de Estudios de la Mujer en el Colegio de México (2001).  Dirigió la revisa estudiantil Mientras Tanto como Directora Adjunta (2002) y como Directora Editorial (2003). Al graduarse se encargó del Área de Comunicación de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC), (2004-2006) y fue Directora Fundadora de la revista feminista Violeta del Instituto Estatal de las Mujeres.  Impartió la materia de Historia del Derecho de la Edad Media a la Edad Moderna en la Facultad Libre de Derecho de Monterrey (2005-2007). Es Consejera Ciudadana Distrital del Instituto Federal Electoral para los periodos 2006  y 2009. Obtuvo la beca de Conarte-Conaculta para escribir un libro de cuentos en el Centro de Escritores de Nuevo León  durante el año 2007, mismo que se encuentra en proceso de edición y será publicado próximamente por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Participó con el ensayo “Entre Monsiváis y Kapuscinski, un aire de familia” dentro de la antología La conciencia imprescindible que se publicará en los próximos meses por la editorial Tierra Adentro. A partir de 2008 incursionó en el activismo ambiental, involucrándose en la defensa del Parque Nacional Cumbres de Monterrey y en la defensa de la Sierra Cerro de la Silla.

Ha presentado los libros “Cuentos del prójimo” de Héctor Alvarado (Conarte, 2005), “Ocho ensayos sobre narrativa femenina de Nuevo León” de Hugo Valdés (Conarte, 2006), “El Adivinador” de Gabriela Treviño (Conarte, 2007), “Mujeres Insumisas” de Angélica Abelleyra (UANL, 2007, “La ciudad como texto. Crónicas de Carlos Monsiváis” de Jezreel Salazar (UANL, 2007), “Verdades que no mueren. Periodismo combatiendo la censura” de Sanjuana Martínez (Oficio, 2008). Participó en el Encuentro de Escritores Jóvenes y en el Internacional de Escritores con ponencias y lecturas en sus ediciones 2007.

Ha tomado talleres con David Toscana, Eduardo Antonio Parra y Cristina Rivera Garza.

                                    (Publicado el 8 de Junio del 2014)
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